Braille para sordos

"Edelmiro hizo ademán de sacar la cartera, pero le sujetó el brazo Domitilo.
-Tranquilo, Dom Greek invita...
-Gracias...
-Quiero decir que invita otro día, hoy tengo el parné tasado. Paga si no te importa, figura, la próxima vez te lo recompensaré."

En los años sesenta, la novela popular era una de las pocas formas que había de escabullirse de la opresiva realidad. Las novelitas de Marcial Lafuente Estefanía, José Mallorquí, Corín Tellado o Silver Kane se devoraban con fruición y sus autores tenían verdaderas legiones de aficionados.

Mediante esta novela, José María Mijangos (presentado en la solapa de la cubierta como "un gran vendedor de libros" por trabajar en la sección de librería de una gran superficie) nos mete de lleno en la vida de uno de estos escritores que escribían a razón de novela por semana.

Se nos presenta de una forma un tanto esperpéntica la vida de Edelmiro Esteban, una vida bastante vacía que el protagonista intenta rellenar con ingentes cantidades de alcohol y que contrasta con las aventuras del protagonista de sus novelas: el investigador Nelson, un taxista de preclara inteligencia que resuelve casos criminales en sus ratos libres.

La biografía de Edelmiro enlaza por paralelismo con la del anodino dependiente de librería que descubre (y se engancha a) su obra literaria y que nos hará de cicerone en este mundillo de los escritores por encargo.

Braille para sordos, de José María Mijangos


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